Mi punto de inflexión fue no poder sostener la tristeza provocada por huir de mí mismo y mis necesidades. Mi único foco era lo externo y la vida me mostró la realidad de mi dualidad. Agoté a mi personaje, creado para sobrevivir y ser aceptado.

Todo empezó con un sueño en el desierto, la primera vez que sentí parar mi ruido mental. Mi inconsciente me mostró el doloroso camino hacia llegar a ser un adulto consciente.

Trabajé en mi auto-conocimiento en todos los caminos que me regaló la vida. Aprendí a dejarme en paz para enamorarme de mi. Abrazando mi totalidad y validando lo que me entregue la vida. Descubrí la necesidad de desarrollar la inteligencia relacional para cultivar relaciones sanas: Sólo es personal la relación con uno mismo. Encontré en la práctica de la atención plena el sentido de la vida.

Mi trabajo personal continua y se ha transformado en mi profesión. Facilito el camino hacia el lugar que debemos ocupar para empezar a descubrir nuestro propio misterio.

Desde la humildad, el respeto, la confidencialidad y todo el amor que hasta ahora he desarrollado.

​

Alejandro Ferrer